Cuando el dolor se comparte nace la esperanza

"Ha sido profundamente sanador escuchar a otras personas que, aunque con diagnósticos diferentes, compartimos un mismo denominador común.."
Hoy quiero compartir algo muy especial. He tenido la oportunidad de participar en un curso sobre el dolor, dirigido por Nuria, una mujer admirable que nos ha acompañado con respeto, calidez y humanidad.
En este espacio se nos permitió algo tan sencillo y necesario como expresarnos… incluso llorar, cuando el al malo pedía. Ha sido profundamente sanador escuchar a otras personas que, aunque con diagnósticos diferentes, compartimos un mismo denominador común: el dolor. Un dolor que no elegimos, pero que sí podemos aprender a afrontar de formas distintas. Y eso, precisamente, fue lo más poderoso del curso: darnos cuenta de que, al compartir nuestras historias, el sufrimiento se aligera, se vuelve más llevadero.
Quiero agradecer especialmente a Nuria no solo por su sensibilidad y empatía, sino también por todo el material y las herramientas que preparó con tanto mimo para nosotras. Cada dinámica, cada palabra y cada recurso nos invitaban a mirar el dolor desde otro lugar, con más compasión, más comprensión… y más esperanza. Lo más hermoso es que muchas de nosotras hemos transformado ese dolor en arte. Pintamos, escribimos, creamos. Le dimos voz y forma al sufrimiento, convirtiéndolo en algo que no solo libera, sino que también conecta.
Gracias, Nuria, por crear este refugio. Gracias a cada compañera por su valentía. Hoy me llevo un poco menos de carga, y el corazón un poco más lleno.
Fdo. Almudena Villalba