La moda de los sensores de glucosa en personas sin diabetes: ¿tiene sentido medir los picos de azúcar?
Se colocan debajo de la piel a través de un dispositivo de inserción automático que se engancha al brazo o al abdomen. Controlan los niveles de glucosa intersticial continuamente, cada pocos minutos
Fuente: ABC
Nadie pone en duda que la llegada de los sensores para el seguimiento continuo de los niveles de glucosa, también denominados MCG (monitorización continua de glucosa), ha supuesto un antes y un después en el autocuidado diario de los pacientes diabéticos. El motivo: hasta su puesta en escena se veían obligadas a pincharse los dedos varias veces cada día para medir los niveles de azúcar en su sangre, y así poder mantenerlos a raya con inyecciones de insulina.
Estos pequeños sensores se colocan debajo de la piel a través de un dispositivo de inserción automático que se engancha al brazo o al abdomen. Controlan los niveles de glucosa intersticial continuamente, cada pocos minutos. Es decir, el azúcar que se encuentra en el líquido contenido entre las células. Para obtener el acceso a la información, los dispositivos tienen un transmisor que se encarga de recibir los datos del sensor y de enviarlos a un receptor que puede ser, incluso, el propio teléfono móvil.
Pero los MCG están actualmente en el centro de la polémica. El motivo: Su uso se está disparando entre las personas no diabéticas. Entre otras razones porque creen que contribuye a adelgazar, un hecho que está levantando ampollas en la comunidad científica. De hecho, la propia 'WebMed' recuerda: «Estos dispositivos se encuentran entre los más recientes que han llamado la atención. Aprobados por la FDA para su uso en la diabetes, millones de consumidores se están subiendo al carro de su utilización, con el apoyo de 'influencers' en las redes sociales, y promesas de un mejor rendimiento deportivo, pérdida de peso y salud metabólica».
Basta con mencionar el caso de Justin Richard, un usuario de TikTok con más de 876.000 seguidores, que publica vídeos en los que prueba distintos alimentos (cereales, crema de cacahuetes, leche con chocolate o una lasaña vegana,..) y observa cómo afectan a sus niveles de glucosa. No es diabético, pero está convencido de que este monitoreo es útil para prevenir picos de glucosa en sangre, debido a sus antecedentes familiares con la patología. Sin embargo, las críticas, como las recogidas en un artículo de la revista 'JAMA', no se han hecho esperar. El argumento: En personas sanas las fluctuaciones de glucosa son pequeñas.
La dieta polémica de Zoe
Y ahora los ojos están puestos en muchas de las aplicaciones de nutrición que promueven su uso, como la lanzada por la británica ZOE que ha movilizado a parte de la comunidad médica de Reino Unido. Esta argumenta en su contra que su uso es «innecesario para personas sin diabetes y podría, en casos extremos, alimentar trastornos alimentarios», como recoge la BBC.
ZOE ofrece un programa, a partir de alrededor de 350 euros, que se anuncia ampliamente, incluso en redes sociales. Los participantes registran su ingesta de alimentos y usan un MCG durante dos semanas para medir los niveles de azúcar en sangre después de comer. En pruebas separadas, también se analizan sus respuestas a la grasa, los niveles de triglicéridos y sus bacterias intestinales.
El algoritmo pudo anteriormente predecir cómo responden al azúcar y a las grasas cada persona con diferentes alimentos en un estudio amplio realizado en 2020 y dirigido por uno de los fundadores de la empresa, Tim Spector, profesor de Epidemiología Genética del King's College de Londres.El paquete de bienvenida de Zoe incluye un kit de toma de muestras fecales, un análisis de sangre por punción digital y un MCG. Y se pide a los participantes que tomen una muestra de sangre antes y después de comer un muffin diseñado específicamente por la startup para que contenga niveles concretos de grasa, azúcar y proteínas.
Fermín Milagro Yoldi, director de la Línea de Nutriómica y biomarcadores del Centro de Investigación en Nutrición (Universidad de Navarra), aclara: «La respuesta glucémica de un individuo no solo depende del alimento y de su genética. Básicamente hay otros dos factores importantes, que presentan gran variabilidad de un día a otro: Los que afectan al intestino (digestión, absorción, microbiota) así como los factores hormonales y circadianos. Por ejemplo, el estado de estrés, haber dormido más o menos horas o con mejor o peor calidad de sueño,... Eso significa, y lo hemos visto en numerosas ocasiones en estudios, que la respuesta de un mismo individuo a una misma comida no es igual un día u otro».
Enfoque reduccionista
Insiste el experto en que, por otra parte, priorizar los efectos de los alimentos sobre los niveles de glucosa postprandial, en lugar de fijarse en otros efectos de los mismos, es demasiado reduccionista. «Este hecho lleva a eliminar, debido a que elevan la misma, la ingesta de determinados alimentos que pueden ser muy beneficiosos para la salud (como frutas, cereales integrales o legumbres) por su contenido en fibras, polifenoles y otros compuestos bioactivos vegetales que nada tienen que ver con los niveles de glucosa», apostilla.
Recuerda, además, que este tipo de alimentos se asocian, en prácticamente todos los estudios de nutrición realizados en el mundo, con mejor estado de salud y menor riesgo de enfermedades y de mortalidad. «Así que bajo ningún concepto deberían de limitarse en personas con salud glucémica normal. Por último, el único sentido que tiene controlar los niveles de glucosa tras la ingesta de alimentos es en personas que tienen dificultad para controlar dichos niveles en parámetros anormales. Es decir, aquéllas con prediabetes y diabetes», enfatiza el experto.
Y si mencionamos el uso del MCG para la prevención de la diabetes, el doctor de la Universidad de Navarra no puede ser más tajante: «No hay ninguna evidencia que asocie un tamaño de los picos de glucosa después de ingerir determinados alimentos con el mayor o menor riesgo de la enfermedad y ni mucho menos con la prevención de la misma. Sí tiene sentido si se realiza ese estudio en personas con prediabetes. Y más aún en los que padecen la patología«, recalca. Este especialista reconoce, no obstante, que «cualquier herramienta que ayude a identificar la respuesta de una persona a los alimentos es útil para la nutrición de precisión. Pero en este caso, como las dieta ZOE, se le da demasiada importancia a la glucemia. En personas con buena salud metabólica no es uno de los factores más importantes».
Ante todo este panorama, y ante la dificultad para el ciudadano de a pie de distinguir la 'paja del heno' a la hora de llevar una nutrición personalizada es importante conocer que ésta es la que depende de las características físicas y metabólicas (su peso, actividad física, patologías como diabetes, hipertensión, hiperlipemias,...), así como las características fisiológicas (gestación, crecimiento,...). Pero, además, es importante tener en cuenta que «la nutrición de precisión añade sobre la anterior el uso de marcadores obtenidos mediante tecnologías ómicas, que son las que permiten obtener muchos datos al mismo tiempo aplicando tecnologías de secuenciación (genética, microbiota, epigenética,...), proteómica o metabolómica.
Son dos niveles de una misma filosofía: la de adaptar la alimentación de una persona y su estilo de vida a sus características genéticas, metabólicas y fisiológicas con el fin de prevenir las enfermedades o de tener controlados los riesgos que presenta una persona. El nivel 2.0 es la nutrición de precisión porque utiliza los datos obtenidos con tecnologías de última generación que permiten conocer mejor las características de una persona», aclara el doctor Milagro Yoldi.
El papel de la microbiota
Respecto al análisis de las bacterias intestinales como parte de esta nueva forma de personalizar la dieta que proponen apps como ZOE el experto recuerda: «En estos últimos años se está avanzando mucho en el conocimiento del microbioma intestinal, su relación con la salud y cómo se modula a partir de los diversos alimentos y de los factores ambientales como ejercicio físico, sueño, estrés o fármacos. Pero aún falta mucho para aprender a conocerla bien, a pesar de que sí hay bastantes estudios que la unen a los datos de la dieta. Eso se debe a la gran variabilidad entre individuos, ya que la microbiota depende también de factores que no tienen que ver con la alimentación, como pueden ser dónde has nacido y vivido, si resides con otras personas, mascotas o en medio rural o los tratamientos anteriores con antibióticos u otros fármacos».
Nuevos usos
Por su parte, el doctor Cristóbal Morales, endocrinólogo e investigador en el Hospital Vithas y en el Hospital Virgen Macarena de Sevilla, vocal de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (Seedo) y miembro de la Sociedad Española de Diabetes (SED), afirma que, aunque los sensores de glucosa nacieron con una primera indicación para diabetes, «hay evidencia» de que también son «una herramienta de educación nutricional».
«En otros países se comercializan con otro nombre para personas sin diabetes porque es un complemento en formación nutricional. Incluso los usan deportistas de élite paraplanificar su entrenamiento físico. La primera indicación es la diabetes, y hay que asegurar el suministro en esta población, pero, como todo en medicina, vamos explorando nuevos usos», señala.
Su recomendación es que, si alguien sin diabetes está interesado en utilizarlo, tiene que ser acompañado del consejo de un profesional sanitario. «En las consultas podemos mejorar ciertos parámetros y lo que no se mide no se mejora. Desde el Covid, la sociedad ha cambiado y se preocupa más por un envejecimiento saludable. Quieren cambiar hábitos. La medición puede mejorarlos y de manera precoz», concluye el experto.