¿Por qué los tratamientos para el dolor crónico no funcionan igual en hombres y mujeres? La ciencia responde

La búsqueda incansable y creativa de una salida o una solución a un problema implica, por defecto, la creencia en la existencia de esa misma salida. Que nadie la haya visto antes, no significa que no sea real o posible. Por eso, la imaginación es un acto de fe pero, sobre todo, de esperanza. Ver donde otros no ven o ver aquello que otros ni siquiera imaginan. Es el denominador común de tres figuras cuya imaginación ha cambiado el curso de la historia de la medicina pero, sobre todo, la de miles de pacientes.
La imaginación fue el camino que permitió a Santiago Ramón y Cajal ver el bosque más allá de los árboles. ¡Y qué bosque! Probablemente, el más enmarañado -e inexplorado hasta el momento- de cuantos conocemos. Descubrió que el sistema nervioso, incluido el cerebro, está compuesto por un sinfín de células individuales denominadas neuronas. Al hacerlo, encendió un faro que ha alumbrado grandes avances de la medicina y que hoy siguen muchas personas.
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