¿Sufres dolor de cabeza? Descubre si es migraña o cefalea

Cuando pensamos en el dolor, solemos imaginar una sensación localizada: una rodilla que duele, una espalda que arde o una migraña punzante. Pero el dolor crónico —ese que dura más de tres meses y a menudo no tiene una causa visible— no solo afecta al cuerpo. También transforma el cerebro, literalmente.
Durante años, se creyó que el dolor era solo una señal que viajaba desde el cuerpo al cerebro. Hoy sabemos que es mucho más complejo: el cerebro participa activamente en cómo sentimos el dolor, y con el tiempo puede volverse experto en percibirlo. No es solo lo que sucede, sino cómo lo interpretamos y cómo nos relacionamos con ello.
En personas con dolor crónico, ciertas áreas del cerebro cambian su estructura y función. La corteza prefrontal, clave en la toma de decisiones, la regulación emocional y el juicio, puede mostrar una reducción de volumen. También se ven alteraciones en la amígdala (centro del miedo y la ansiedad) y el hipocampo (implicado en la memoria emocional). Es como si el dolor, al quedarse a vivir en el cuerpo, reconfigurara el cerebro desde dentro.
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