El control estricto y temprano de la diabetes generaría 185 millones
Los expertos apuestan por mejorar la visibilidad de esta patología y concienciar a los jóvenes de la importancia de los controles de salud
Fuente: La Vanguardia
La diabetes mellitus tipo 2 es una enfermedad prevalente que afecta a casi el 14% de la población. Como todas las patologías crónicas, un diagnóstico temprano y un control estricto previene complicaciones y mejora la calidad de vida del paciente. Un estudio de Weber, con el apoyo de Lilly, ha valorado el impacto que el control estricto y temprano de la diabetes tendría a nivel de coste económico para el sistema de salud, así como para el paciente y la sociedad en general.
Las conclusiones revelan un dato significativo: en los cinco primeros años después del diagnóstico, si la enfermedad está bien controlada, se puede generar un valor social de casi 2.700 euros por paciente. La proyección de esta cifra a nivel de toda España supone una generación de 185 millones de euros de valor social en el periodo analizado, según este informe. De éstos, 87,9 millones de euros (un 47,5%) corresponderían a ahorro de recursos sanitarios.
Para conocer con detalle cómo se aborda la diabetes mellitus tipo 2 en nuestro sistema sanitario, Diálogos en La Vanguardia reunió a un grupo multidisciplinar de expertos con el propósito de contrastar puntos de vista e identificar posibles líneas de mejora y contribuir a visibilizar una enfermedad que cada vez empieza a verse en personas más jóvenes, de las que un elevado porcentaje no están diagnosticadas y que guarda una estrecha relación con los estilos de vida.
Álvaro Hidalgo, presidente de la Fundación Weber, explicó que “nuestra actividad consiste básicamente en comparar qué supone tener un objetivo terapéutico ambicioso y alcanzado lo antes posible”. Lo contrario, tal y como manifiesta el estudio, supone “peor calidad de vida para la persona afectada y una pérdida de recursos económicos muy importante para la sociedad”. Este impacto social no afecta únicamente al gasto sanitario. También hay que tener en cuenta “las pérdidas de productividad laboral que va a provocar las consecuencias de esta patología en las personas afectadas y en aquellas que están a su cuidado”.
El estudio de Weber analizó “el uso de recursos sanitarios de un paciente con un control estricto y temprano, lo que se traduce en un nivel de hemoglobina glicosilada por debajo del 6,5% durante los cinco primeros años tras el diagnóstico, y lo comparó con otras personas que carecen de ese control”. En términos de impacto social, los autores de este estudio estiman que “la diferencia entre control estricto y control no estricto son esos 185 millones de euros de valor social, de los que la mitad son recursos sanitarios que podrían ahorrarse y destinarse a otros fines”.
“Con este informe queremos poner de manifiesto que existe un impacto social positivo en el control temprano y estricto de la diabetes y que esto debe formar parte del debate cuando se trabaja en el abordaje de esta patología crónica”, aseguró Teresa Millán, directora de Corporate Affairs de Lilly. “Es muy importante que las partes implicadas seamos conscientes de cómo influyen las decisiones tomadas en el inicio de la diabetes”.
El director de Endocrinoligia i Nutrició del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, Antonio Pérez, asegura que “estamos llegando tarde en el diagnóstico. Si estamos hablando de que el 14% de la población tiene diabetes tipo 2, tenemos prácticamente a la mitad sin diagnosticar”. El experto considera que también se está fallando en “proporcionar a las personas afectadas los instrumentos adecuados para que puedan gestionar adecuadamente su enfermedad y esto tenga repercusiones positivas en su calidad de vida”. Su apuesta se basa en “ser capaces de adelantarnos, dejar de poner parches y desde el principio identificar que este es el objetivo y perseguirlo”. Eso implica, en su opinión, “modificar cómo estamos haciendo las cosas”.
Antonio Amor, representante de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, que ejerce esta especialidad en el Hospital Clínic de Barcelona, aseguró que “el primer paso es diagnosticar. Se trata de una enfermedad completamente silente y sabemos que los pacientes más jóvenes son los que van a ir peor. Son los que tienen peor pronóstico, los que menos diagnosticamos, porque no acuden a los centros de salud a hacerse una analítica y los que van a consumir más recursos del sistema”. Incidir en el diagnóstico de este grupo es prioritario.
El director del Àrea Assistencial del Servei Català de la Salut, “el diagnóstico es muy importante, pero también lo es la prevención”. El representante de la Administración aseguró que los esfuerzos financieros se concentran en el tratamiento, “y creo que tenemos un margen importante para fijarnos en la prevención, en todo lo que afecta a los estilos de vida, como la dieta y el ejercicio, que son la primera fase del tratamiento de la diabetes en personas adultas”.
Carrasco incidió en la importancia de las decisiones compartidas y en el hecho de que “no todas las personas son iguales y hemos de trabajar para establecer diferentes objetivos en función de cada caso y del momento de la enfermedad. No se puede tratar igual a una persona a la que se diagnostica con 60 años que a una persona diagnosticada a los 80; al igual que hay que tener en cuenta la evolución que tiene de su diabetes”. La ciudadanía debe conocer la enfermedad “y participar de las decisiones”.
Teresa Millán se sumó a este punto de vista “empezando por la prevención”. La directiva de Lilly consideró que “primero hay que concienciar a los ciudadanos y luego a las personas que presentan la enfermedad”. Estar bien formados es “esencial y es la mejor vía para ser conscientes de que tenemos que cuidarnos”. Todavía se oyen con demasiada frecuencia frases como “solo tengo un poco de azúcar” o “tengo azúcar, pero no es diabetes”, que contribuyen a trivializar la diabetes tipo 2.
Para mejorar el abordaje de esta patología, Pérez destacó la importancia de “buscar en otros sitios en los que hacer el diagnóstico”. En esta línea, el endocrino puso en valor “la importancia de los controles de salud que se realizan en las empresas, pero hay más oportunidades”. Pérez señaló “la importancia del papel de la oficina de farmacia, cuyos profesionales tienen en muchas ocasiones un conocimiento sobre la salud de las familias, o la consulta del dentista, donde puede saltar la alarma porque la diabetes es un factor de riesgo para tener problemas periodontales como la gingivitis”.
Amor reclamó la necesidad de “un cambio de mentalidad por parte de los gestores sanitarios, que contribuya a mejorar la labor preventiva”. El endocrino del Hospital Clínic lamentó que “estamos acostumbrados a tratar problemas, pero cuesta mucho invertir en iniciativas que se alejan de la gestión del día a día y que van a generar un retorno positivo, pero a largo plazo”. En este sentido, Hidalgo destacó que los presupuestos se calculan siempre en período electoral en el que prima la inmediatez del resultado. “Para ver los resultados de la prevención en una patología como la diabetes hemos de esperar 10 o 15 años”, señaló.
Sin embargo, los recursos existen. “Hemos gastado 175 millones de euros en medicamentos para tratar la diabetes tipo 2 en Catalunya”, informó Carrasco. Pero para establecer un modelo de prevención más eficaz “se requiere un pacto que vaya más allá de lo inmediato”.
Otro aspecto relevante en el abordaje de la diabetes es “la escasa visibilidad que tiene esta patología y que está muy por debajo del volumen de pacientes afectados. Incluso está por debajo de la visibilidad que tiene el colesterol entre la población –declaró Pérez–. En muchos casos el paciente no es consciente de tener una enfermedad sino, simplemente, de tener el azúcar un poco alto”.
Un factor muy relevante en el desarrollo de la diabetes es la obesidad, que está creciendo mucho en nuestra sociedad. “Sabemos que si no hubiera obesidad probablemente el 70% de los casos de diabetes mellitus tipo 2 no existirían”, destacó Antonio Pérez. El endocrino del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau reclamó la importancia de concentrar esfuerzos en luchar contra el exceso de peso y desarrollar estrategias de prevención como la que se implantó en su día contra el consumo de tabaco.
“La incorporación de dietistas y nutricionistas en la atención primaria puede ser una medida que contribuya a mejorar esta situación”, indicó Carrasco, quien reivindicó que “en el tema de la diabetes, nuestro país no es de los que tienen más complicaciones. No lo hacemos bien del todo, pero tampoco lo hacemos tan mal”. Una idea en la que abundó Pérez asegurando que, “como sistema sanitario es de los mejores y eso afecta, sobre todo, a la atención de las enfermedades crónicas”.
Los expertos coincidieron al señalar otros factores de mejora como la dificultad de adherencia al tratamiento, especialmente entre los más jóvenes; o la necesidad de aumentar las plantillas para tener un mejor control y favorecer el uso de la tecnología para realizar un seguimiento más eficaz de los pacientes.