Siete millones de españoles la sufren y la mayoría no lo sabe: el reto de la enfermedad renal crónica
19 diciembre 2024

Siete millones de españoles la sufren y la mayoría no lo sabe: el reto de la enfermedad renal crónica

De acuerdo con el último informe del Registro Español de Diálisis y Trasplante, a principios de 2024 había en España 67.625 enfermos con insuficiencia renal en tratamiento sustitutivo

De la mano del envejecimiento de nuestra población, de enfermedades de muy alta prevalencia, como la hipertensión o la diabetes, y de malos hábitos como el tabaco o el consumo de determinadas drogas o de algunos medicamentos, la enfermedad renal crónica, tenida hace unas décadas como una vía final común de unas cuantas enfermedades en general limitadas, ha pasado a convertirse en un verdadero problema de salud pública. Las previsiones apuntan a que se convierta para el 2100 en la principal causa de muerte en los países occidentales. Se estima que uno de cada siete españoles adultos tiene algún grado de enfermedad renal, lo que supone entre 6 y 7 millones, la gran mayoría, en torno al 80%, sin diagnosticar y sin sintomatología, una característica de este proceso al que se ha denominado “la enfermedad silenciosa”, por esa casi ausencia de síntomas hasta que llega a fases muy avanzadas.

Durante muchos años, la nefrología, aparte de los procesos de fallo renal agudo tratados bien con procedimientos conservadores o con diálisis, se tuvo que centrar en la punta del iceberg de las enfermedades renales, la insuficiencia renal crónica y su tratamiento con diálisis y trasplante. El grueso de estas enfermedades, bien fueran de índole inmunológica, infecciosa o genética, disponían de unas terapias por desgracia muy limitadas que solo en determinados casos lograban retrasar su historia natural. Lo que podíamos hacer se limitaba a un buen control de la tensión arterial o de los niveles de glucosa en el caso de los diabéticos. No disponíamos prácticamente de tratamientos eficaces para la propia enfermedad renal, sino tan solo para sus consecuencias y algunos de sus factores agravantes, lo que era especialmente frustrante porque estos procesos se asocian con un deterioro de la calidad de vida y una reducción sustancial de la esperanza de vida a todas las edades.

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